El divorcio de Viviane Amsalem

Lo primero que me sorprendió fue la diferencia de la concepción de la familia judía que vemos acá y la que hay en Israel. El modo de contar la historia es muy llamativo: prácticamente un solo escenario, casi sin escenografía, muchos personajes y un guión que genera dos horas de un drama muy interesante. No esperaba tanto buen cine con tan pocos recursos. Es muy recomendable como film, y como documento de las costumbres de una sociedad tan cercana y que parece, apenas conocemos.

Poderosa, con un ritmo que nunca decae. Toda la acción transcurre en el juzgado religioso donde Viviane tramita su divorcio de un esposo con el que no convive desde hace años. El problema de Viviane es que el tribunal sólo puede decidir si hay causales que ameriten el divorcio, pero éste sólo puede ser concedido por el esposo, lo cual pone en desventaja a la mujer. Por ese juzgado transitan, a modo de testimonios, todas las contradicciones de la vida cotidiana en una sociedad donde la religión se haya en constante redefinición. Viviane es una mujer de su tiempo, independiente, trabajadora y para la que el afecto es importante. Su esposo prioriza la religión antes que a las personas.