Cacería en Venecia

En la nueva entrega de los misterios de Hércules Poirot el director Kenneth Branagh adapta una de las peores obras de Agatha Christie y la convierte en una buena película que toma el riesgo de proponer algo diferente.

 Después del suceso comercial de Muerte en el Nilo llamó la atención que el realizador enseguida anunciara una nueva producción basada en la novela Halloween Party que nunca despertó pasión de multitudes ni cariño entre los seguidores de la saga Poirot.

La jugada de manual para apostar a lo seguro hubiera sido adaptar algún otro título más aclamado, como El asesinato de Roger Ackroyd, Los cinco cerditos o la apasionante Asesinato en la Mesopotamia, donde Hércules sólo cuenta con una muestra de sangre para resolver el misterio.

Sin embargo, Branagh optó por una obra casi marginal dentro de la franquicia literaria donde la autora parecía más interesada en despotricar contra el sistema judicial británico que cautivar a los lectores con una intriga interesante.

A diferencia de las producciones previas que seguían de cerca los conflictos de las novelas originales, Cacería en Venecia sólo toma la premisa central de la trama y desarrolla el misterio con algunas adiciones interesantes.

El contexto de la celebración de Halloween en este caso sirve para construir un caso policial que incorpora tintes del género de terror.

La narración de Branagh no derrapa con esta cuestión pero se divierte lo suficiente con la idea para hacer más llevadera la propuesta.

Toda la ambientación y la puesta en escena se vinculan con el cine de horror y esto le aporta un matiz muy atractivo al relato.

Una gran adición de esta entrega es el casting de Tina Fey como la periodista Ariadne Oliver que en varias novelas de Christie opera como una sidekick de Poirot.

La actriz forma una muy buena dupla con Branagh y el vínculo entre los dos personajes se trasladó a la perfección en esta película.

Si bien no hay grandes figuras de Hollywood como ocurrió en Asesinato en el Expreso de Oriente (probablemente por un tema de presupuesto) el reparto es más que correcto y resulta funcional a la propuesta.

Michelle Yeoh sobresale un poco más en el rol de una espiritista que plantea un contraste interesante con la perspectiva racional de Poirot.

Cacería en Venecia dura lo justo y no decepciona para nada en materia de entretenimiento.

Queda por esperar que le vaya bien en los aspectos comerciales para que Branagh pueda adaptar el mejor material del detective en esta encarnación del personaje.

Llega la tercera parte de la que podríamos llamar la “Hercules Poirot saga”, dado a que es una nueva entrada de las versiones modernas de Asesinato en el Oriente Express (2017) y Muerte en el Nilo (2022).

Otra vez, el gran Kenneth Branagh protagoniza y dirige una adaptación de Agatha Christie, en esta oportunidad de la novela Las manzanas.

Debo de decir que hasta ahora resultó ser mi favorita de las tres. Seguro esto se debió a su “clima de terror” y el ambiente en esta oportunidad.

Recordemos que las murderer mistery movies ocurren en un solo lugar, por un tiempo limitado y donde todos los protagonistas son sospechosos.

Una casona veneciana con -supuestos- fantasmas me parece más atractiva que un tren o un barco.

Y dicha premisa está muy bien explotada por Branagah, quien se adueña muy bien de los clichés del género, pero nunca se pierde en los mismos. La película no pierde su identidad predeterminada.

Más allá del mismo director/protagonista, el resto del elenco está bien. Las caras conocidas en esta oportunidad son Michelle Yeoh, Tina Fey y Jamie Dornan. Pero la que se destaca es Kelly Reilly.

Lo único malo que puedo decir es que podés llegar a adivinar la identidad del asesino antes de tiempo. Lo cual tampoco estyá tan mal y me parece parte de un ejercio interesante.

Podría explayarme sobre esto pero caería en el terreno del spoiler.

En definitiva, Cacería en Venecia es buen entretenimiento y una oferta superadora dentro de esta franquicia.