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Harry Houdini fue probablemente el ilusionista más
famoso del siglo 19.
Durante los últimos años de su vida además
de realizar los conocidos actos de escapismos el mago sobresalió
en los diarios de la época por su cruzada contra el
espiritismo, psíquicos y videntes, a quienes consideraba
delincuentes que estafaban a la gente.
Esto surgió a raíz de que un supuesto mentalista
una vez le ofreció a Houdini contactarse con el espíritu
de su madre muerta para que pudiera recibir un mensaje de
la mujer desde el Más Allá.
Por este tema Harry rompió su relación amistosa
con el escritor Si Arthur Conan Doyle que era un creyente
absoluto de las cuestiones paranormales.
En su ensayo “Una nueva luz sobre los viejos crímenes”,
un excelente texto sobre asesinatos reales relacionados con
la telepatía y apariciones de espiritus, Doyle expresó
todo su fanatismo sobre el tema.
El último mago no es una biografía de Houdini
sino una fantasía de ficción que gira sobre
este tema que acabo de mencionar.
En cierta manera el film es una enorme falta de respeto a
lo que creía Harry y su cruzada contra los mentalistas.
Por otra parte no tengo dudas que Conan Doyle seguramente
la hubiese disfrutado.
Se trata de una drama romántico que tal vez podríamos
comparar con El Ilusionista, la película protagonizada
por Edward Norton.
La diferencia es que ese fue un excelente film que brindó
una hermoso cuento romántico que se combinó
muy bien también con el suspenso.
El último mago es todo lo contrario. Una película
aburrida y tediosa que presenta una historia de amor fría
y muy poco convincente.
Guy Pearce y Catherine Zeta Jones son muy buenos actores (especialmente
Pearce) pero en este proyecto no resultaron la mejor elección.
No tienen química juntos y en un film que apunta al
romance eso es fatal.
Ya de por sí la idea de ver a Houdini enamorado de
una mentalista con la bronca que les tenía en la vida
real es un disparate sumamente gracioso, pero de última
se puede dejar pasar, ya que esto no es un documental.
Ahora con el aburrimiento no hay remedio y es una lástima
porque la producción que tuvo este film es impresionante.
La fotografía es fabulosa y la reconstrucción
de época que lograron es imponente.
La directora Gilliam Armstrong retrató con muchísimos
detalles cómo se vivía el tema del espiritismo
en el siglo 19, además del mundo del espectáculo,
especialmente los shows de ilusionistas y escapistas como
Houdini que por aquellos años eran figuras muy populares.
Sin embargo, la historia romántica no tiene emoción
y con el transcurso del tiempo la película se vuelve
cada vez más agobiante.