The Rocky Horror Picture Show

Esta semana se reestrena The Rocky Horror Show, un ícono del cine de culto que hace poco cumplió su 50° aniversario.

El animé One Piece y el reciente video de Sabrina Carpenter, Tears —con el actor Colman Domingo— son dos claros ejemplos de la enorme vigencia que todavía tiene en la cultura popular.

Lo que comenzó en 1973 como una obra de teatro marginal en Londres terminó por convertirse, dos años más tarde, en un fenómeno cinematográfico que redefinió la relación entre el público y la pantalla.

Con su estética punk, humor británico y una provocación sexual que desafiaba todos los códigos del Hollywood clásico, la obra de Jim Sharman transformó la rareza en espectáculo y el espectáculo en un evento de identidad colectiva.

La película, protagonizada por Tim Curry y Susan Sarandon, tomaba su influencia del cine de horror y ciencia ficción de los años ’50 para desarrollar una sátira sobre la represión sexual, cargada de erotismo y glam rock que no se parecía a nada visto hasta entonces.

La comedia subversiva de Sharman ridiculizaba el puritanismo y exaltaba el placer a través de una propuesta transgresora que, inicialmente, no fue bien recibida por el público ni por la prensa.

Participación del público: el nacimiento del fenómeno “midnight movie”

The Rocky Horror Show podría haber quedado en el más completo olvido de no ser por una estrategia brillante que idearon los productores.

En lugar de integrar la cartelera comercial, la película pasó a ser exhibida en Nueva York durante las funciones de medianoche.

Cuando los borrachines que salían de los clubes nocturnos empezaron a copar las salas, del caos generado por el alcohol surgió una experiencia interactiva que dio origen a la cultura del fandom.

El film de Sharman no se disfrutaba como un estreno más: se lo vivía con coreografías de danza, como si fuera una ceremonia tribal.

De este modo aparecieron los fans vestidos como los protagonistas, que le tiraban arroz a la pantalla, bailaban y actuaban las escenas más populares.

El magnetismo de Tim Curry

La piedra angular de este fenómeno fue la interpretación de Tim Curry como el doctor Frank-N-Fu

rter: un alienígena travesti y megalómano que convertía su laboratorio en un templo del deseo.

Un personaje disruptivo que casi queda en manos de Mick Jagger, de no ser porque Curry impactó más a los productores en la prueba de casting.

El suceso del film catapultó su carrera en Broadway y Hollywood, donde ofreció numerosas interpretaciones memorables.

Revolución de género y legado LGBTQ+

Mucho antes de que las grandes producciones adoptaran la diversidad como consigna marketinera, Rocky Horror ya la vivía con naturalidad, sin forzar su mensaje en el público.

El film celebraba identidades fluidas y sexualidades abiertas sin emitir juicio moral: simplemente mostraba un mundo donde el deseo y el cuerpo eran libres, sin restricciones ni dogmas religiosos.

Su influencia fue decisiva en la cultura LGBTQ+, tanto en el teatro como en el cine independiente que surgió en las décadas siguientes.

Canciones populares como The Time Warp y Sweet Transvestite eventualmente se convirtieron en clásicos de las festividades de Halloween, y en algunos países llegó a permanecer durante décadas en cartel.

Después de cincuenta años, todavía sobresale como una referencia ineludible del cine de culto y una declaración de libertad y resistencia disfrazada de fiesta bizarra.