Bad Boys: Hasta la muerte

El caso de la franquicia Bad Boys es extraño porque nunca llegó a ser una saga que despierte pasión de multitudes entre los amantes del cine de acción pero logró mantenerse vigente durante 30 años.

Aunque las películas fueron olvidables el público respondió en los cines debido a la dupla que conformaron Will Smith y Martin Lawrence.

La nueva película ofrece un espectáculo similar a la entrega previa con la particularidad que los pros y contras del contenido se invirtieron.

Bad Boys for Life fue una propuesta pasable gracias al guión de Peter Craig (Top Gun: Maverick) y Joe Carnahan que levantaron ese espectáculo bochornoso, centrado en el abuso del CGI, que brindaron desde la realización los directores Adil El Arby y Bilall Fallah.

Cuando parecía que sus carreras estaban acabadas tras el fracaso de Batgirl, una película que Warner decidió archivar para evitar otra humillación con el castigado Universo DC, el productor Jerry Bruckheimer les dio una nueva oportunidad en este proyecto.

La buena noticia es que Arby y Fallah se redimieron un poco y en esta oportunidad ofrecen una labor mucho más digna en lo referido a la realización de las secuencias de acción.

Esos momentos espantosos de la película anterior donde los protagonistas escapaban en una moto y se notaba de manera burda que se encontraban frente a una pantalla de croma en este film no los vas a encontrar y es algo que se agradece.

Se nota que hubo una intención por volver a la raíces de los primeros filmes dirigidos por Michael Bay, quien tiene un cameo fugaz en esta historia.

Si no tenés el dato de antemano te lo perdés porque el momento pasa muy rápido.

Bad Boys: Hasta la muerte busca evocar el cine de acción de los años ´90 e inclusive en las situaciones más extravagantes donde era inevitable el uso del CGI los efectos se presentan más pulidos que el film anterior.

Una curiosidad extraña es que las mejores secuencias de la película no la protagonizan las figuras principales.

Sobresalen especialmente una pelea intensa que tiene lugar en una cárcel  que está muy bien coreografiada y protagoniza el hijo de Mike (Will Smith) y un tiroteo que se roba el yerno de Marcus (Lawrence).

El resto del material es bastante genérico pero al menos los directores no derrapan con los efectos digitales y ofrecen escenas más prolijas.

Tal vez faltó una persecución automovilística que le aportara un poco más de ambición a la posible despedida de la dupla central.

Una debilidad notable de esta propuesta se encuentra en el guión donde el conflicto mundano termina sepultado por el enorme desgaste que padece la saga.

La primera media hora es la más complicada y a la narración le cuesta tomar ritmo hasta que los directores establecen el conflicto central.

Martin Lawrence, quien a esta altura parece el padre de Will Smith (que envejeció a otro ritmo) hace un esfuerzo sobrehumano por ser gracioso y no lo consigue debido a que se le agotaron todos los trucos.

En el caso de Smith se lo percibe más desganado de lo habitual como si buscara sacarse esta película de encima lo más rápido posible.

La química entre ellos no desapareció pero queda claro que ya no hay mucho más para hacer con estos personajes.

El humor que en otros episodios era uno de los principales atractivos de la propuesta ahora se siente anticuado y redundante.

Si la saga termina en esta propuesta al menos quedó una despedida digna para los policías de Miami.

No obstante, comparado con el espectáculo que brindó The Fall Guy la nueva Bad Boys parece una película clase B de Netflix; una plataforma donde tal vez coseche más espectadores.