No hables con extraños

Hace dos años la película danesa Speak No Evil llamó la atención en varios festivales  con una propuesta de terror psicológico que resultó bastante inflada por un sector de la prensa excitable.

El realizador Christian Tafdrup tuvo la intención de emular el cine de Michael Haneke (Funny Games) pero al final le salió una de Shyamalan en su etapa menos inspirada.

La premisa no estaba mal y elaboraba una crítica brutal a la amabilidad de la sociedad danesa y los peligros de no establecer límites en los vínculos sociales de forma asertiva.

El debate que planteaba el relato era muy interesante pero como propuesta de terror se caía a pedazos con numerosas situaciones inverosímiles que eran convenientes para el guión y buscaban impactar al público con trucos chapuceros.

La versión hollywoodense fue desarrollada por la productora Blumhouse que desde hace años domina el monopolio del género de horror con propuestas irregulares.

A veces estrenan buenas películas como El hombre invisible y en otras ocasiones te hacen perder el tiempo con bazofias que terminan denostadas por el público. 

La remake de Jóvenes brujas y la reciente continuación de El exorcista son dos claros ejemplos.

No hables con extraños se ubica en el medio de estos extremos y aunque ofrece un thriller genérico que se olvidará con facilidad, antes que termine el mes de septiembre, tampoco representa el peor material de esta compañía.

 La dirección corrió por cuenta de James Watkins, responsable de la perturbadora Eden Lake (una obra superior a Speak No Evil) que pasó por las salas en el 2008.

Luego de una incursión fallida en el cine de acción con Bastille Day (Idris Elba) el realizador retomó el género que impulsó su carrera. La última película decente que hizo fue The Woman in Black, una propuesta de horror gótico con Daniel Radcliffe que tuvo una recepción positiva.

En este nuevo trabajo nos encontramos con un Watkins anestesiado que ofrece una versión livianita de la obra original y resulta llevadera gracias al remador olímpico James McAvoy.

La labor del reparto en general es muy buena, con algunos momentos destacados de Mackenzie Davis, pero este es el show de McAvoy.

Su labor aporta momentos de tensión muy efectivos dentro de un film que se niega a tomar un mínimo riesgo artístico y hace lo imposible para no incomodar al público.

En lo personal no me fascinó la obra original pero le reconozco que al menos despertaba una mínima reacción en los espectadores ya sea que la detestaras o te pareciera brillante.

Si bien el film de Watkins no es una copia carbón del trabajo de Tafdrup y conduce el relato por otro camino, sobre todo en el clímax que es muy diferente, el espectáculo se siente demasiado predecible.

Cabe destacar que no ayudó para nada la agresiva campaña de marketing del estudio Universal donde los spots televisivos, que se repitieron hasta el hartazgo en el último mes, quemaron escenas importantes que arruinan la experiencia.

No hables con extraños fue concebida como una remake complaciente para el público  estadounidense que no conecta con el cine de horror europeo y tal vez se siente más cómodo con una versión menos depresiva y amable de la obra danesa.

Toda una paradoja si tenemos en cuenta los temas que trataba el film del director Tafdrup.

La película de Watkins, a diferencia de sus trabajos previos, no tiene una identidad artística definida y se limita a desarrollar el típico producto corporativo de Blumhouse que consigue ser entretenido pero tras el primer visionado se borra enseguida de la mente.