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En 1982 E.T. llegó a los cines del mundo y fue un éxito inmediato. Todos se emocionaron hasta las lágrimas cuando Elliott (Henry Thomas) se despidió de su amigo extraterrestre, quien se subió a su nave tras un abrazo desgarrador.
La historia había quedado cerrada, pero estamos hablando de Hollywood y en los 80s las secuelas comenzaron a ser moneda corriente.
Y si bien no vimos una nueva entrada de estos personajes, en un momento estuvo a punto de suceder.
Pero ello, aquí una nueva entrega de “Grandes películas que no vimos”.
Recordemos que dentro de los pasillos de los diferentes Estudios que tienen base en Hollywood podemos encontrar historias de todo tipo. Algo que llama mucho la atención es la cantidad de millones de dólares que se gastan en películas que nunca llegan a realizarse. Años de laburo archivados en una bóveda.
Con el correr del tiempo, muchos involucrados en estos proyectos han hablado e incluso hecho documentales al respecto.
Otro tono
Luego del abrumador éxito, Universal prácticamente le rogó a Steven Spielberg una segunda parte.
Desde un principio el director estuvo bastante reticente a hacer una continuación ya que se trató de un momento muy especial y personal en su vida.
Pero se ve que la propuesta económica era tentadora así que en julio de ese mismo año se sentó junto a la guionista Melissa Mathinson y ambos desarrollaron el tratamiento para la secuela llamada “E.T. II: Nocturnal Fears” (E.T. II: Miedos Nocturnos).
La historia arrancaba con Elliott y sus hermanos muy unidos tras su experiencia con E.T. Pero todos sentían una gran nostalgia, lo extrañaban mucho. Un sentimiento que aún se intensificaría aún más por la finalización del colegio y la llegada del verano.
A todo esto, una nave muy similar a la que vimos en la película anterior aterriza cerca. Es ahí donde conocemos a otra raza de extraterrestres, una enfrentada desde hace décadas con la de E.T.
Nos enteramos de que son del mismo planeta y que están en guerra, y que llegaron a la Tierra siguiendo el rastro enviado en el film previo (el famoso “E.T. phone home”).
Elliott había construido una nueva maquina para tratar de comunicarse con su amigo, y ésta se activa. Por lo que él, junto a sus hermanos y amigos van al bosque creyendo que iban a encontrarse a E.T.
En lugar se topan con los otros extraterrestres, que son bastante terroríficos y carnívoros. Los suben a la nave, los estudian y los interrogan. Ahí nos enteramos de que E.T. se llama Zrek. Los aliens están convencidos de que sigue en la Tierra y que Elliott lo está ocultando por más que lo niegue,
Luego lo vemos a E.T., quien puede sentir lo que su amigo está experimentando así que viaja desde el otro lado de la galaxia para salvarlo. Se apersona en la nave y con sus poderes mentales salva a sus amigos.
Se funde en un abrazo (y lágrimas) con Elliott y luego se vuelve a despedir, en lo que básicamente es un repeat de la escena final de la película anterior.
Spielberg no sólo no estaba conforme con esta historia, que de por sí era bastante oscura y sin la inocencia de la anterior, sino que se terminó de convencer de que nunca jamás iba a hacer una segunda parte (ni una precuela) con esos personajes.
El proyecto fue desechado por completo en 1983 cuando se puso de lleno en la preparación de Indiana Jones y el templo de la perdición (1984).
E.T. premio consuelo
Los personajes volvieron a aparecer de forma oficial para la famosa atracción del parque Universal (sólo queda funcionando la de Orlando, ya que la de California y Japón fueron reemplazadas), y en un segmento tipo scketch de la serie Animaniacs (también producida por Spielberg).
Pero una sorpresa llegó el año pasado gracias al comercial (de 4 minutos) de la empresa Xfinity. Titulado “A Holiday Reunion” (una Reunión de Fiestas) nos muestra como E.T. visita a Elliott (Henry Thomas) ya adulto y que tiene ahora su propia familia.
Realmente es muy bueno y la música de John Williams se encarga del resto.
Spielberg dio su bendición y fue consultado sobre decisiones para poder hacerlo. Por ello, más allá de alguna otra campaña publicitaria que pueda aparecer en el futuro, no veremos al extraterrestre favorito de todos en el cine (o en una serie).
Y está muy bien, así no pierde la magia.
Matías Lértora
