Lilo y Stitch

Lilo y Stitch se suma al privilegiado y selecto grupo de remakes decentes de Disney que reúne a Mi amigo el dragón, Cenicienta, El libro de la selva y la subestimada e injustamente castigada Dumbo.

Si recordamos que venimos de ver películas sin alma como La sirenita y aberraciones del nivel de Pinocho y Blancanieves, la obra del director Dean Fleischer Camp queda muy bien parada.

Un realizador que proviene del campo de la animación independiente donde obtuvo notoriedad en el género Stop motion con el film Marcel The Shell with Shoes On, nominado al Oscar en el 2021.

En esta incursión hollywoodense Camp presenta una película digna destinada exclusivamente a los niños pequeños de la actualidad que no tienen el menor recuerdo de la obra de Chris Sanders, estrenada en el 2002.

Los primeros minutos de la remake, durante la introducción de los protagonistas, son un poco problemáticos ya que ofrecen un copy paste, escena por escena, del film animado y todo parece indicar que Disney repitió los mismos errores de siempre.

Sin embargo, tras los créditos iniciales la propuesta luego construye su propia identidad con situaciones modificadas y la incorporación de nuevos personajes.

Tia Carrere, quien interpretó a Nani, la hermana mayor de Lilo en la versión original, regresa en el rol de una asistente social y el personaje de Cobra Bubbles a cargo de Courtney B.Vance tiene una historia diferente.

Esta producción funciona gracias al excelente casting de las dos protagonistas Sydney Agudong (Nani) y la debutante Maia Kealoha, cuya química consigue recrear a la perfección el vínculo entre las hermanas.

En el caso de Maia parece la encarnación humana del dibujo animado y sorprende con una interpretación muy espontánea para tratarse de su primer trabajo en el cine.

Un tema donde hay que destacar la dirección de Camp.

Después del mamarracho que vimos en La sirenita y Blancanieves con el uso de los efectos digitales en este proyecto se nota que le pusieron más dedicación y la representación de Stitch es impecable.

El personaje se siente real y afortunadamente no modificaron su personalidad con ideas extrañas.

La película del 2002 quedó en el recuerdo por la musicalización de la historia centrada en temas clásicos de Elvis. En la remake optaron por utilizar un par de canciones a modo de fan service pero no tienen el mismo impacto en la narración.

Probablemente una elección del director para que su trabajo no quedara como una copia carbón del clásico de Sanders.

Dentro del reparto Billy Magnussen (Into the Woods) y Zack Galifianakis conforman una dupla divertida como antagonistas y Jason Scott Lee (el Mowgli de la remake de El libro de la selva de los ´90) reaparece con una participación especial.

Quienes busquen un clon de la película animada tal vez terminen decepcionados porque la trama presenta varias modificaciones (el tercer acto lo alteraron por completo), sin embargo el vínculo entre los personajes fue respetado y como propuesta familiar es muy entretenida.

Lilo y Stich tuvo un mejor destino que las últimas remakes del Disney y tendría que funcionar bien ya que tampoco hay tantas propuestas en la cartelera para el público infantil.

Tenía 19 años cuando se estrenó la versión original de Lilo y Stitch (2002) así que esta remake live action no me interpela desde el lado sentimental como si lo hicieron La Bella y la Bestia (2017),  El Rey León (2019), La Sirenita (2023) o Peter Pan (2023), por dar algunos ejemplos de films importantes de mi infancia y cuyas nuevas adaptaciones que me han gustado y que he odiado.

En este caso me encontré con una película con mucho corazón, que se sostiene con un cast alucinante, encabezado por la niña-actriz Maia Kealoha. Ella da tanta ternura que eclipsa la versión digital de Stitch.

El cual también está muy bien logrado, pero es muy artificial.

Es una cinta de blancos y negros. No hay grises. No hay sorpresas.

Y está bien que así sea ya que es un film cien por ciento destinado y apuntado para un público infantil, para que la pasen genial y para que los adultos que acompañan sonrían (e incluso se emocionen).

Es correcta en su realización. De estudio, sin personalidad ni ambición. Pese a eso, me animo a decir que es una de las mejores remakes live action que Disney ha adaptado de su propia filmografía.