Cazadores del fin del mundo

Cazadores del fin del mundo (Afterburn) es una propuesta de acción clase B que representa la ópera prima de J.J. Perry, discípulo de Chad Stahelski (John Wick), quien inició su carrera como realizador tras desempeñarse durante varias décadas como doble de riesgo.

Este proyecto tardó 17 años en concretarse y ofrece una adaptación del cómic homónimo publicado por Red 5 Comics, una compañía independiente cuyos títulos no tienen demasiada difusión.

La obra de Scott Chitwood narra las aventuras de un cazador de tesoros en un contexto post-apocalíptico al estilo Mad Max, y llegó a tener dos miniseries limitadas.

Esta película originalmente iba a ser protagonizada por Tobey Maguire, poco después de terminar Spider-Man 3, pero el proyecto se pinchó y los productores se toparon con numerosas dificultades financieras.

En 2010 revivió con el director Antoine Fuqua y Gerard Butler, sin embargo a último momento cambiaron de idea y optaron por hacer Olympus Has Fallen.

Fuqua terminó reemplazado por el talentoso cineasta coreano Jung Byun Gil, especialista del género, pero Netflix lo tentó con más presupuesto y dejó Afterburn para dirigir Carter (2018).

Tras todos esos contratiempos, el rodaje finalmente se concretó el año pasado con un reparto liderado por Dave Bautista, Olga Kurylenko y Samuel L. Jackson.

Pese a los recursos técnicos limitados, el film de Perry adapta con efectividad el concepto del cómic en una producción que remite a las viejas películas italianas de los años ’80 que surgieron durante la moda de los clones de Mad Max.

De hecho, el personaje de Olga parece salido del reparto de Exterminators of the Year 3000, el clásico de culto de Giuliano Carnimeo de 1983.

El director no oculta estas influencias en el tono del film y, si tenés claro que se trata de una película dominguera de esas que abundan en las plataformas de streaming, dentro de todo se deja ver.

Bautista le pone mucha onda a su interpretación y conforma una buena dupla con Kurylenko, quien repite el tipo de rol en el que quedó encasillada en los últimos años.

En materia de acción, la labor de Perry es prolija y ofrece secuencias decentes de tiroteos y peleas, donde se nota su experiencia como doble de riesgo.

No obstante, su narración presenta algunos baches notables que podrían haberse resuelto con una edición más dinámica.

Reitero: es una propuesta de cine clase B, filmada en Eslovaquia con bajo presupuesto, a la que no se le puede exigir demasiado. Por lo menos en el terreno de la acción no defrauda y logra ser entretenida si te interesan este tipo de contenidos.