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Slumdog Millonaire es la clase de película que
Tugg Speedman, el personaje de Ben Stiller en Tropic Thunder,
hubiera deseado protagonizar, ya que le aseguraba otro Oscar
a su carrera.
La verdad que sería una injusticia si no recibiera
la estatuilla dorada al mejor film del año, ya que
tiene todos los requisitos que valora la Academia de Hollywood
en estos últimos tiempos: Un festival de clichés,
con personajes ultra sufridos y atormentados, dignos de una
telenovela mexicana con estética MTV que pelean por
sus sueños en un mundo cruel.
La comedia Tropic Thunder es un elemento vital para entender
por qué este film es considerado una joya del séptimo
arte en los Estados Unidos, al menos por la industria del
cine.
Inclusive, diarios importantes llegaron a compararla con Ciudad
de Dios (un disparate), que fue realmente un películon
memorable.
Aquel film de Fernando Meirelles trabajó de manera
inteligente una temática social muy importante en Brasil,
con una historia que estaba basada en acontecimientos reales
y tenía la virtud de relatar los hechos a través
de un thriller apasionante.
Este trabajo de Danny Boyle explota las peores miserias de
la India para narrar un cuento totalmente tirado de los pelos
e inverosímil con el único objetivo de manipular
las emociones del espectador.
Durante 40 minutos te taladran la cabeza con el abuso físico
de chicos y hechos terribles, narrados desde la mirada turista
del director, para luego concentrarse en un culebrón
tonto con personajes extremadamente atormentados, que parecen
rendirle tributo a las novelas más deprimentes de Charles
Dickens, como “Almacén de antigüedades”.
Con los cieguitos cantantes te bajonean pero después
quedan en el olvido y cierran los créditos finales
pum para arriba con un musical digno del Disney Channel.
La trama presenta a un joven que compite en el programa de
televisión “¿Quieres ser millonario? y
avanza hacia la final debido a que TODAS las preguntas (esto
es maravilloso) que le hacen, casualmente le remiten a hechos
traumáticos que vivió en su infancia.
Las de James Colt (el inventor del revólver) y la de
Benjamín Franklin son desopilantes.
La estupidez de la trama llega su punto máximo cuando
al flaco lo interroga la policía como si fuera un terrorista
porque sospechan que el participante hace trampa.
Si la misma historia hubiera sido desarrollada en los barrios
pobres de Nueva York o Los Ángeles y el protagonista
hubiera sido un negro o un latino, con una historia de vida
bien Dickens que intenta conseguir el American Dream , la
película hubiera sido destrozada por la crítica
internacional. No tengo duda.
Sin embargo, el cuento del director se concentra en el tour
por la pobreza de la India y el melodrama exótico parece
que tiene más valor.
A favor del film hay que destacar la excelente fotografía
de Anthony Dod Mantle, la edición y el tremendo reparto
de chicos que protagonizan las secuencias de flasbacks.
La dirección de Boyle en esas escenas fue impecable
y el trabajo de los pibitos representan lo mejor que ofrece
este film.
Desde los aspectos técnicos no se le puede refutar
nada, ya que está al nivel de las realizaciones que
suele ofrecer el cineasta inglés. El problema es el
guión que es desastroso.
En fín, frente a grandes filmes estrenados o que están
por llegar a la cartelera como El sustituto, Milk, Gran Torino
y Frost /Nixon (especialmente), el bombo que le hicieron a
esta producción superficial, con mafiosos de dibujos
animados y una banda de sonido digna de la versión
india de High School Musical no tiene razón de ser.
Danny, volvé con los zombies que te sientan mejor.