Oppenheimer

En su nueva producción Christopher Nolan explora el género de la biopic para crear una experiencia especial que en manos de otro realizador probablemente hubiera terminado en la típica película pesca nominaciones al Oscar de la temporada de premios.

Oppenheimer es la obra menos rebuscada del realizador y presenta un estudio humanista del científico que jugó un papel clave en la creación de las armas nucleares.

Nolan no escogió esta historia para elaborar una clase de revisionismo histórico sino que el conflicto establece un debate sobre nuestro presente y en este punto el espectáculo se vuelve aterrador.

En tiempos donde el cine de Hollywood tiende a tratar al público adulto como chicos de segundo grado que deben ser aleccionados sobre algún tema específico (esta semana tuvimos el ejemplo de Barbie), el director inglés se planta en la vereda contraria y ofrece una película  que te quema la cabeza con preguntas y alienta su discusión a la salida del cine.

Desde la responsabilidad y el rol de la ciencia moderna en la sociedad hasta una reflexión sobre el patriotismo y el comportamiento autodestructivo de la especie humana.

Los primeros 45 minutos son los más difíciles y demandan paciencia y atención de los espectadores.

Nolan construye el relato con su clásica narración no lineal que en este caso se centra en tres períodos claves de la vida de Oppenheimer.

El primer acto es complicado por toda la información y escenas de exposición que trasmiten los personajes.

Si bien el director hizo accesible los contenidos de física y política, la verdad que la experiencia es un poco abrumadora y lleva un tiempo conectar con el film.

En este segmento entendés por qué  necesitó tres horas para narrar esta historia.

El tema es que una vez que entraste en la película el argumento se vuelve más cautivante y sorprende con un acto final estupendo.

Hay algunos momentos donde el relato se pone un poco denso pero el ritmo narrativo en general es muy dinámico y por lo menos en mi experiencia los 181 minutos se pasaron más rápido de lo esperado.

En esta cuestión me parece que fue clave esa impronta del cine noir clásico que Nolan le añadió a su narración, ya que la biopic también resulta una propuesta de intriga.

Se puede percibir cierta influencia del JFK de Oliver Stone con la diferencia que en este caso el personaje principal es mucho más complejo y no genera empatía.

La labor de Cillian Murphy le escapa a la típica interpretación exagerada de las biografías del Oscar para elaborar una composición más contenida.

Este es uno de los grandes roles de su carrera y supo aprovecharlo con un gran trabajo.

La representación del científico que plantean el director y Murphy es muy interesante porque retrata sus contradicciones y tribulaciones personales que vivió tras la detonación de la bomba pero nunca se lo juzga y el film permite que cada espectador saque sus propias conclusiones.

No es un detalle menor que Oppenheimer además rescata al mejor Robert Downey Jr. que había sido fagocitado por Marvel y el estancamiento con el rol de Tony Stark.

En esta película el actor ofrece su mejor labor desde Kiss Kiss, Bang Bang y junto con la de Murphy comprenden las dos grandes interpretaciones que quedan en el recuerdo al final del visionado.

El resto de las caras conocidas del reparto tienen roles secundarios funcionales a la historia o su participación se limita a un breve cameo.

Desde los aspectos más técnicos el film se luce con los efectos de somido, la fotografía de Hoyte Van Hoteman, la música de Ludwig Goransson (colaborador de Ryan Coogler que viene en ascenso) y la excelente labor de maquillaje que detallan con mucho realismo el paso del tiempo en los personajes.

En síntesis, una gran película de Nolan dentro de un género diferente en su filmografía que se destaca entre los estrenos más notables del 2023 y merece ser experimentada en la pantalla grande.

Vuelve Christopher Nolan, lo cual celebro porque siempre hace ruido. Lo hace él y no depende de ninguna franquicia.

Pero al mismo tiempo me choca su personalismo. Entiendo su devoción hacia el 35mm pero no banco su fundamentalismo. Habla desde un pedestal que aún no le pertenece. No es Spielberg o Scorsese.

Amén de eso y de su ruidosa salida de Warner con el estreno de Tenet (2021) en simultaneo en cines y en HBOMAX bajo la frase "Nos fuimos a dormir pensando que trabajábamos en el mejor estudio del mundo y nos despertamos trabajando en el peor servicio de streaming", llega su primera película con Universal.

Un proyecto que lo apasiona desde hace años y que él mismo guionó solo.

Oppenheimer es abrumadora y magnética. Sepas o no del llamado "Padre de la bomba atómica", la historia te chupa. Nolan hace muy bien su trabajo narrando.

Pasa que sus tres horas de duración y toda la información que brinda, puede ser demasiado por momentos.

Está clarísimo que no es una película de fácil digestión y para todos los paladares, lo cual está perfecto.

Si bien ya fue utilizado muchas veces, el recurso de mostrar una línea temporal en color y la otra en blanco y negro, se ajusta muy bien a cómo está estructurado el relato y le ayuda al espectador en la espacialidad.

Cillian Murphy está muy bien, de hecho, se encuentra muy "oscarizable" y el desfile de estrellas que lo acompañan cumplen muy bien sus roles. Destacando a Robert Downey Jr en un papel que le enseñará a quienes -lamentablemente- solo lo conocen como Tony Stark que hay un señor actor que reside en él.

Otra cosa que me llamó la atención es que no me queda del todo clara la opinión personal de Nolan sobre Oppenheimer, ya que por momentos lo endiosa y en secuencias enteras lo hace quedar muy mal.

Asimismo, se esquivan algunas cuestiones que a priori eran obvias o que como espectadores podíamos llegar a esperar, sobre todo una. La cual aquí no podemos comentar.

Es larga y por momentos eso se padece.

Oppenheimer tiene el sello de Nolan, no solo por cuestiones estilísticas en puesta sino también como declaración hacia la actualidad del cine.

Es su película más introspectiva.

Es un film importante, sin lugar a dudas. Más allá del "capricho" de verla en fílmico y/o en IMAX para poder disfrutarla.