Laberinto mortal

Laberinto mortal es probablemente una de las mejores películas de terror que pasaron por una sala de cine en lo que va del año y lo más triste de todo es que mucha gente se la va a perder ya que no tuvo demasiada difusión.

La atención se la lleva el cine bobalicón hollywoodense que parece vacío de ideas más allá de la explotación de la nostalgia y el despliegue de gore.

Esta producción francesa representa la segunda labor en la dirección de Mathew Turi, asistente de Quentin Tarantino y responsable de las secuencia de acción en Inglorius Basterds, quien hace un par de años debutó con el thriller post-apocalíptico, Hostiles.

En esta oportunidad ofrece un relato de terror y ciencia ficción que toma su influencia del clásico de culto The Cube y algunos elementos de la saga SAW.

No obstante, lo interesante de esta producción es que no se estanca en el refrito de esos clásicos sino que construye con mucha creatividad una historia que subvierte la expectativa de los espectadores.

 En el momento en que pensaste que te encontrás frente a un clon trillado de The Cube el director conduce el relato por otro camino y eso es lo que hace a esta película tan interesante.

Una propuesta que no resulta predecible y concluye con un final que se presta a su discusión  y puede generar diversas interpretaciones.

Turi no impone una verdad absoluta y permite que el público construya su propia teoría de los hechos.

En apenas 87 minutos, un detalle que no es menor, el realizador elabora un thriller de supervivencia centrado en una mujer que por motivos misteriosos termina atrapada en una red de túneles sin saber cómo llegó a ese lugar.

La narración desarrolla una experiencia claustrofóbica impecablemente realizada por un gran dominio del suspenso y un tremendo diseño de producción que resulta muy efectivo.

Gaia Weiss, la protagonista, carga con toda la película sobre sus hombros en una muy buena interpretación que trasmite con solidez todas las facetas emocionales que atraviesa su personaje durante la odisea que experimenta. 

Hace mucho que no me pasaba de encontrar una producción de este tipo en el que pudiera llegar hasta el final sin tener la menor idea de cómo va a terminar la historia.

Ni hablar del regalo de poder debatir el significado del final a la salida del cine algo que no existe directamente en el 99 por ciento de los estrenos del género que llegan a la cartelera.

Una enorme sorpresa de la producción europea que recomiendo tener en cuenta.