Karate Kid: Leyendas

Una  película genérica que no presenta el mínimo esfuerzo por revitalizar una saga redundante.

Si sirve de consuelo en materia de acción ofrece un contenido más digno que la deplorable temporada final de Cobra Kai y en ese sentido es justo destacar que el espectáculo por lo menos resulta ameno.

Lamentablemente el estudio Sony estafó al público con una campaña de marketing engañosa que vende una película que no vas a encontrar en el cine.

Si tu idea era disfrutar una buddy movie con Jackie Chan y Ralph Macchio el film es bastante decepcionante, ya que los artistas apenas tienen una participación especial dentro del nuevo relato.

Las escenas de Macchio no llegan a superar los quince minutos y aunque Chan cuenta con más intervenciones tampoco es uno de los protagonistas principales como en la remake del 2010.

El estudio los utilizó para atraer al público en las publicidades y en un nuevo ejercicio de incompetencia quemaron los mejores momentos en los spots promocionales.

Por consiguiente, el film que se ofrece es una especie de remake maquillado de la obra original de 1984 con algunos cambios argumentales.

En esta ocasión tenemos a un protagonista chino que se muda a Nueva York y debe lidiar con un nuevo contexto escolar y el tradicional acoso de los matones.

La diferencia es que en esta oportunidad el héroe es un prodigio de las artes marciales y no utiliza sus habilidades para defenderse debido a una promesa que le hizo a su madre; un tema que se relaciona con una tragedia familiar que vivió en su tierra natal.

Gran parte del contenido se diluye en los típicos conflictos juveniles de Karate Kid y una subtrama romántica que no le importa a nadie.

La inclusión de Daniel LaRusso en esta historia no tiene el menor sentido y su presencia se limita a representar el contenido de fan service. 

Pese a todo, cuando Macchio y Jackie después de una eternidad conforman una dupla de entrenadores la película consigue ser más entretenida.

Otra enorme falencia de Leyendas la encontramos en el perfil de los villanos, un aspecto de esta saga que siempre fue importante y ofreció antagonistas interesantes.

En la nueva trama el matón y su maestro apenas llegan a tener un mínimo desarrollo, debido a que la labor del director Jonathan Entwistle cuenta con una narración acelerada.

Por este motivo el rol de los malos no tiene un peso significativo dentro del conflicto.

Aunque el panorama suena bastante negativo hay dos grandes aspectos positivos de esta producción que no se pueden ignorar.

Ben Wang el nuevo protagonista es un hallazgo estupendo.

El joven actor que hace poco protagonizó la adaptación del cómic American Born Chinese (en una serie de Disney +) tiene carisma, se desempeña con espontaneidad en la comedia y su desempeño físico como artista marcial humilla al reparto de Cobra Kai.

Si consideramos que el cine de acción en la actualidad no cuenta con figuras juveniles notables este chico representa un soplo de aire fresco.

En Leyendas encima logró acarrear una mochila muy pesada que los productores le impusieron al retratarlo como un posible heredero de Jackie Chan.

Otra virtud de esta película se relaciona con las secuencias de acción.

Aunque Jackie como actor tuvo una participación limitada se nota con claridad que influyó en este aspecto técnico y las coreografías de peleas, que por cierto son más intensas y realistas que las de Cobra Kai, contienen su sello personal.

Los fans del actor inclusive podrán identificar en algunos momentos guiños específicos a Drunken Master.

Lamentablemente el trío que conforman Ben Wang, Ralph Macchio y Chan se consolida muy tarde en la trama y como en este film todo se desarrolla a las apuradas el público no llega a disfrutar demasiado la química entre los protagonistas.

La corta duración de 94 minutos impidió que el vínculo entre estos personajes se desarrollara de un modo más armónico.

En resumen, Karate Kid: Leyendas con sus falencias y contenido intrascendente al menos se deja ver y llega a ser divertida.

Recuerden que al final de los créditos hay una escena adicional que tiene la función de establecer una conexión chapucera entre la nueva entrega y la serie de televisión de Netflix.