Un ex miembro de un grupo revolucionario buscará ayuda de otros revolucionarios para enfrentar a un viejo enemigo y encontrar a su hija desaparecida.
TITULO ORIGINAL: One battle after another
ACTORES: Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio Del Toro, Regina Hall, Teyana Taylor, Chase Infiniti. Wood Harris, Alana Haim.
DIRECCION: Paul Thomas Anderson.
ORIGEN: Estados Unidos.
DURACION: Minutos
CALIFICACION: Apta mayores de 16 años
FECHA DE ESTRENO: 25 de Septiembre de 2025
Un excelente regreso de Paul Thomas Anderson con una de las películas más destacadas del año.
Una batalla tras otra es una propuesta muy interesante donde el director retoma el espíritu narrativo de sus primeros filmes, en un proyecto en el que además incursionó en un terreno creativo que no había explorado previamente.
En esta oportunidad logró salir bien parado del complicado desafío de adaptar la novela épica de Thomas Pynchon, Vynerland; un thriller político que expresaba una crítica brutal a la agenda neoliberal del gobierno de Ronald Reagan.
No deja de ser curioso que, en 1990, la novela fue aniquilada con reseñas negativas por la gran mayoría de la prensa, en especial los medios mainstream, que hoy elogian la versión cinematográfica.
En su momento, la única figura pública que apoyó a Pynchon fue su colega Salman Rushdie y, con el paso de los años, el libro cobró una reputación más positiva. Sobre todo en los últimos tiempos, cuando los lectores descubrieron que la batalla cultural que proponía la novela frente al resurgimiento de las ideologías conservadoras de derecha no era tan descabellada.
Anderson ya había adaptado a Pynchon en una propuesta menos ambiciosa como fue el neo-noir Inherent Vice (2014). En este proyecto toma un libro complicado, plagado de personajes y flashbacks, para desarrollar un thriller político dentro del género.
Si bien se toma numerosas libertades en el guión, el espíritu de la obra original quedó intacto en un relato que retrata tópicos vigentes en los Estados Unidos gobernados por Donald Trump.
La película evoca el ritmo narrativo de Boogie Nights, donde perdías por completo la noción del tiempo por la manera en que te envolvía el relato y los vínculos entre los personajes.
Entre las figuras veteranas, Benicio del Toro y Leonardo DiCaprio tienen varios momentos destacados, pero la gran revelación resulta la debutante Chase Infinity, un hallazgo, quien encarna al único personaje que despierta empatía.
El resto se compone de sociópatas turbios que tienen la cabeza quemada con las ideologías extremas.
Más allá del comentario social que presenta el film, hay dos grandes virtudes que no se pueden ignorar.
Por un lado, tenemos un regreso sublime de los villanos despreciables que se hacen odiar y que, en los últimos años, habían sido atenuados por la corrección política.
El antagonista que interpreta Sean Penn es magnífico y desafía esa tendencia nefasta de querer humanizar el mal, añadiéndole una supuesta complejidad que al final nunca se concreta.
Desde el inolvidable Anton Chigurh de No Country for Old Men, encarnado por Javier Bardem, no aparecía un personaje de este tipo que quedara en el recuerdo
Es muy probable que esta película coseche varias nominaciones al Oscar y la labor de Penn como mejor actor secundario es casi inevitable.
La otra gran virtud de esta propuesta es la labor del director en lo referido a las secuencias de acción. Este es un aspecto importante ya que no tenía antecedentes en la filmografía del cineasta.
Toda la realización de los tiroteos (con el estilo brutal de los años ´70) y el dominio que maneja del suspenso son sobresalientes, pero hay un momento en especial que es una maravilla, al menos para los fans del género.
Me refiero a una persecución automovilística donde Anderson expresa un cariñoso homenaje al arte de Peter Yates, el cineasta británico que revolucionó la manera de filmar este tipo de situaciones con las icónicas secuencias de Robbery y Bullitt.
Yates marcó una bisagra en el cine de acción, incorporando técnicas del cine documental que, sumados a recursos de edición innovadores, generaban una experiencia más inmersiva en el público.
La persecución de Anderson retoma este estilo en una secuencia deslumbrante, una joya de realización que encuentra en la pantalla IMAX su mejor escenario
Reitero: los 162 minutos de duración no se sienten en la butaca y la historia te atrapa de entrada con un inicio frenético.
A partir de esta semana, Una batalla tras otra sobresale entre las imperdibles de la cartelera.
Paul Thomas Anderson. Así de simple. Un dios del cine que camina entre hombres y regala su arte de cuando en cuando.
Por supuesto que estamos hablando del director responsable de Boogie Nights (1997), Magnolia (1999), Punch drunk love (2002) y otras obras maestras tales como su última: Licorice Pizza (2021)
Ahora toca con Otra batalla tras otra, una epopeya simil western/thriller que ficcionaliza una realidad muy en boga en Estados Unidos de este momento y la lleva al extremo con gran pericia.
Frenesí de principio a fin, locura absoluta, aventura y corazón. Todo narrado de la mejor manera posible en el séptimo arte
Paul Thomas Anderson tiene algo que lo distingue del resto y que lo coloca en un lugar casi irrepetible: su dominio técnico absoluto. Sus planos no son un simple despliegue de virtuosismo, sino que están cargados de narrativa pura. La cámara se mueve con sentido coreográfico, acompañando a los personajes y construyendo atmósfera al mismo tiempo que revela información.
Otro aspecto fundamental es su manejo del tiempo y el ritmo. PTA no teme ir contra la corriente del montaje acelerado que domina Hollywood; él se toma su tiempo, estira las escenas, las deja respirar, y en ese estiramiento logra que lo cotidiano se vuelva hipnótico. (dato a tener en cuenta sobre este estreno es que dura dos horas cuarenta minutos)
Y hablando de hipnótico, Leonardo Di Caprio logra lo siempre: que no puedas dejar de verlo y admirarlo. La rompe.
Pero el que se roba todos los aplausos e incluso lo opaca (!Si! Sucede eso) es Sean Penn, quien interpreta al mejor personaje que le ha tocado en este siglo.
Es tan desagradable como apasionante ver su matices, su postura y todo lo que transmite.
El extremo entre ambos protagonistas es el balance del film.
Muro de ganas de volver a verla y delirar.
Hagan lo mismo.
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