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“Cuando tengas que disparar, dispara…no hables”.
Una enseñanza maravillosa de Tuco (EliWallach) el memorable personaje de El Bueno, El Malo y el Feo, que Quentin Tarantino debería recordar la próxima vez que se proponga trabajar el género de acción.
Si algo me quedó claro después de ver este estreno es que para conocer a los verdaderos bastardos sin gloria, habrá que esperar a que Silvester Stallone estrene el año que viene The Expendables, donde estoy seguro va a dar otra cátedra de cine de acción junto a Jet Li, Bruce Willis, Mickey Rourke y Jason Statham entre otros, que le rendirá el verdadero tributo que se merecen los filmes de misiones suicidas con mercenarios.
Con Bastardos sin gloria, Tarantino intentó rescatar el espíritu de los viejos filmes bélicos de los años ´60 y ´70 que no se proponían otra cosa que entretener con una propuesta de acción sobre la Segunda Guerra Mundial, como Doce del Patíbulo (Lee Marvin), Fuerza 10 de Navarone (Harrison Ford), El botín de los Valientes (Clint Eastwood) y por supuesto Inglorius Bastards, también conocida como Quel maledetto treno blindato, de Enzo Castellari (Keoma), entre otros títulos europeos.
Historias donde los yankees básicamente se encargan de patearle al culo a los alemanes.
La película de Tarantino es un experimento del cineasta difícil de describir que se destaca por no tener un enfoque definido.
Por momentos la historia se pone dramática con escenas muy emocionales y dos minutos después parece que estás viendo una comedia de Mel Brooks.
La película arranca con una larga escena de diálogo de 20 minutos donde el director presenta al villano de manera contundente, con un trabajo muuuy similar a lo que hizo Sergio Leone en el comienzo de El bueno, el Malo y el Feo con Lee Van Cleef, que interpretaba al malo.
Lo aclaro por si el Yeti es lector de esta página.
La escena es fascinante por el dramatismo que tiene y la tensión que creó Quentin con los diálogos y la interpretación de los actores.
La verdad que es un momento dramático fabuloso.
Sin embargo, 30 segundos después aparece Brad Pitt interpretando a su versión personal de Popeye, el marino y no podés evitar morirte de risa (esto ocurre cada vez que habla) y todo el drama que se había construido en la historia se va al demonio.
Es una película rara e inconsistente donde no queda claro lo que Tarantino quiso hacer.
Por ejemplo hay escenas narradas por Samuel Jackson a quien después nunca más se lo vuelve a escuchar!
¿Cuál era el propósito de esa narración en off?
Es un misterio.
Lo cierto es que hace diez años que Tarantino viene inflando esta historia en entrevistas y la verdad que el resultado final me pareció totalmente decepcionante.
Él había anunciado una película bélica de acción del estilo de la Inglorious Bastards original y nada de eso se ve en el film.
Es una película que carece de la emoción y la acción, por sobre todas las cosas, que tuvo Kill Bill, donde el drama y el humor estuvieron mejor combinados.
El film se titula Bastardos sin gloria, pero la realidad es que nunca los llegamos a conocer demasiado.
Son muy pocos los momentos donde se pueden ver a los soldados trabajando juntos y es una lástima porque Tarantino escribió muy buenos personajes pero en esta historia terminaron totalmente desaprovechados.
Comparada con el peliculón coreano Perros de Guerra (lamentablemente estrenada en dvd en nuestro país) del director Kang Woo-Suk, que presentó una tremenda historia bélica de mercenarios en serio, esto que hizo Tarantino es una mariconada.
Al final los bastardos sin gloria resultaron un grupo de colegialas parlanchinas.
Y cito un título del 2007, ya no hablemos de clásicos como Doce del Patíbulo porque ni siquiera le llega a los talones.
Las escenas de tortura porno kosher no alcanzan para equilibrar el continuo parloteo de cafetín nocturno en el que se desarrolla el film. Este es un tema que ya venía arrastrando desde Death Proof y si bien la película no llega a ser totalmente aburrida la duración de más de dos horas se siente.
El film se extiende demasiado más por una cuestión de ego de Tarantino que por una necesidad argumental de desarrollar bien los hechos o presentar situaciones interesantes.
Si fuera su homenaje personal a la novelle vague me la banco, pero en una historia de mercenarios en la Segunda Guerra Mundial es imperdonable la falta de acción.
Tampoco ayuda que el final del conflicto sea tan tonto y absurdo que tira por la borda las buenas escenas dramáticas que se habían construido a lo largo del film.
Lo mejor son los actores.
Principalmente Brad Pitt, quien evoca por momentos a esos personajes maravillosos que interpretó en el pasado Franco Nero (actor con quien tiene un gran parecido físico) en varias comedias de acción, como Vamos a matar compañeros o Viva la muerte tuya y Christopher Waltz, quien compone un villano fantástico.
Me encanta el cine de Tarantino, colecciono sus ediciones especiales en dvd, que con tanta dedicación produce y son realmente bárbaras, pero no creo que haya que rendirle culto y todo lo que haga sea perfecto.
Bastardos sin gloria tiene sus momentos divertidos pero ni a palos es la obra maestra del director que intenta vender la crítica internacional y sus ultra fanáticos.